24 de febrero de 2008

OBAMA Y SU AGENDA MIGRATORIA

Platicando esta semana con Carlos Ferreyra, director de Milenio Semanal, hacíamos referencia a esta extraña necedad que existe de desgarrarnos por los temas más intrascendentes mientras los asuntos de fondo se olvidan en aras de la espectacularidad que, al final, resulta simple pan y circo del día con día. Y cuidado, porque mientras alzamos armas y voces para defender nuestro cínico derecho de matarnos a lentas bocandas de Marlboro, del otro lado de la frontera ya se dejó ver la intención migratoria de los candidatos importantes. Déjeme explicarle.

Texas representa algo más que 370 delegados (junto con Ohio, Rhode Island y Vermont, que también votan el 4 de marzo) en la carrera. Representa también afianzar el voto latino que, bajo la dinámica de la lucha de minorías, podría terminar de voltear la balanza para Obama o Hillary. Y no es que McCain esté fuera de la jugada, pero parece destinado a sufrir el equivalente gringo del voto de castigo. La ruta hacia el 1600 de Pennsylvania Avenue es una guerra de minorías, en la que se pelean por el voto de los grupos demográficos que han de decidir por “el hombre de color”, “la mujer” o “el conservador americano”. Pues bien, Texas fue el escenario de las primeras señales extrañas de campaña en el lado demócrata tras su debate del jueves por la noche. Obama soltó el primer golpe al decir que mejorará la relación “tensa” con America Latina, empezando por México. Muchos se adelantaron a glorificar a Barack por en nosotros pero, cuidado, porque hay algo más en el discurso. Mientras Clinton optó por la legalización de los migrantes y su eventual ciudadanización para “sacar de las sombras” a este grupo social, el senador de Illinois apuntó su discurso al apoyo desde la Casa Blanca para crear fuentes de trabajo “de ese lado de la frontera”. ¿Quedan claras sus intenciones por un simple discurso? No, evidentemente no. Pero sí comienza a sacar de la neblina su postura, no frente a la relación con México como país vecino, socio y aliado, sino la postura de su potencial gobierno frente al evidente e imparable fenómeno del flujo migratorio. No debemos olvidar que la óptica que importa en esta elección no es la que nos conviene de este lado de la frontera, sino la que se vivirá del otro lado del muro, tras la impunidad y el anonimato de una border patrol que no conoce planes ni estrategias a favor de los migrantes. ¿Esta de acuerdo?

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