22 de marzo de 2008

EL PRD Y LOS SAPOS VENENOSOS

El PRD ha entrado en la dinámica egosancheziana. Cual Hugo, el PRD está jodido en la soberbia de creer que su realidad es todo. Ambos , al mirarse al espejo, ven un príncipe azul, aunque la realidad sea la imagen de un rey desnudo o, peor aún, de un miserable sapo venenoso que no está hechizado… simplemente es un sapo. Déjeme explicarle.

El PRD no puede, ni debe mantener la tesis del fraude para subsistir. Es una cuestión de dignidad y coherencia política, interna y externa. No se trata de la degradación del partido (Cárdenas dixit), pues ésta empezó desde que la izquierda se dejó secuestrar por el fascismo disfrazado de espectáculo encuestológico que es el borracho de taberna. De lo que se trata esta elección y lo que resulte de ella es de la capacidad del PRD para desligarse de una vez por todas del pejismo tiránico. Esta terquedad lopezobradorista de hacerse de las cuotas y los puestos estratégicos de poder bajo cualquier circunstancia y a costo de los ideales mismos (hoy, los sondeos son la autoridad máxima, hace un año, eran el enemigo de primera fila) dejan sin autoridad el discurso con el que el PRD ha querido fortalecer su postura frente al movimiento radical y beligerante del que, en condiciones normales, le da pánico alejarse ante el escenario de volver a la mediocridad de la media tabla electoral. Cual karma instantáneo, la estrategia de repetición mediática que han seguido, ahora habrá de trabajar en su contra pues, en este proceso interno, se vuelve a repetir la dosis de ilegalidad y tiranía al más puro estilo postrevolucionario en el que la descomposición es cosa de todos los días y bajo el cual se ha olvidado el precepto democrático que debería, en el más básico y elemental sentido, dirigir los designios del partido. Aquí pierden todos. Pierde quien gane, porque habrá de convivir diario con los fantasmas de la ilegitimidad y de la fractura; pierde AMLO porque deja en claro que, para él, lo que importa es el poder, no la democracia; pierde el PRD porque su ya endeble posición está siendo demolida desde el interior bajo el argumento de la soberbia absolutista; y pierde, como siempre, la sociedad que habrá de ver cómo el tiempo pasa y este nuevo conflicto del umbral político será más importante que los problemas estructurales que urge resolver y por los que, irónicamente, los partidos cobran año con año y puntualmente sus dádivas presupuestales.

Saludos,
D

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