29 de marzo de 2008

PRD, LOS TRAIDORES DE LA PATRIA

Existe un concepto dentro de las teorías políticas que se llama la Teoría de la Paz Democrática. Una de sus explicaciones explica que es difícil conocer los intereses de los líderes no democráticos, qué privilegios otorgarán y qué promesas mantendrán. Según este razonamiento, habrá desconfianza y poca cooperación si al menos uno de los participantes de una disputa no es una democracia. ¿Usted cree? Déjeme explicarle.

Ya no se trata de las adelitas pejianas (versiones femeninas comparativas de cualquier brazo radical de los dictadores) y sus consecuencias. El tema es el efecto dominó que sobre las instituciones y los actores políticos está logrando el debate. La política de simulación y pretexto da pie para que la irresponsabilidad salga a flote en voz de Ruth Zavaleta cuando asegura que no es momento de presentar la iniciativa pues “el ambiente está contaminado”. ¿Cuándo, entonces, Ruth? ¿Cuando se decida quién despachará en la presidencia del PRD y, consecuentemente, se defina la línea de una pseudoizquierda que se defiende tras unos cuantos nombres ilustres y no tras las necesidades de toda una sociedad? O, quizá, ¿será cuando la economía mexicana, sostenida con dificultades por la recesión norteamericana, ya no pueda más depender de una industria en franco deterioro? ¿Cuándo será el día en que comiencen a hacer aquello por lo que cobran un sueldo que, dicho sea de paso, resulta un verdadero insulto para los millones de mexicanos en la pobreza que, según ustedes, son su motivación brutal y absoluta? Porque existe una realidad que no se puede ni se debe seguir ocultando. La reforma energética es sólo la punta del iceberg. Es sólo el pretexto, no el argumento. El argumento del PRD y sus esbirros a las órdenes del tirano tabasqueño es detener cualquier tipo de avance o posibilidad de cambio real en la política pública, en espera de recoger los pedazos y transformarlos en resultados positivos (según sus fantasías) en sus cuentas electorales. Y esto, hecho por quienes fueron elegidos para dirigir, legislar y defender al país es algo más que una vergüenza. Es traicionar la confianza de quienes les otorgaron el derecho a gobernar. Es destruir la creencia en el sistema político y democrático que, como ciudadanos, defendemos en nuestro día a día. Es, en simples y llanas palabras, traicionar a la Patria. Y, esta vez, no es sólo un discurso fascista de la mentira.

Saludos,
D

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gusta, tienes toda la razón. El PRD debería desaparecer.
Jorge