26 de noviembre de 2007

LA DEMOCRACIA TIRANICA


El tirano y el fanático, estimado amigo, se crean bajo la tesis de la soberbia. Cuando el personaje de enfrente no comparte ideas e ideólogos, la búsqueda de posiciones de poder para deshacerse de la crítica se convierte en la primera y absoluta obsesión del loco en turno. Para ejemplos más claro podemos referirnos al gorila venezolano, enfrascado en el discurso colonialista con más de 3 siglos de oxidación o, para no ir tan lejos, reconocemos los que se enfundan en el traje de representantes de un pueblo al que vulneran cada sesión. Déjeme explicarle.

La mentira es de un cinismo intolerable. Pero el resultado es de una violencia desmesurada. Tras la reacción de los concesionarios de la radio y la televisión con el asunto del “difundir” mensajes, los diputados encontraron el camino de baldosas negras para apoderarse de los contenidos de los medios audiovisuales en tiempos electorales. Ya no se trata de sugerir, sino de imponer y presentar lo que usted y yo podremos ver o escuchar en los horarios que más nos plazca. No conformes con el robo de los tres minutos contra la economía del libre mercado tras la reforma, ahora están dispuestos a violar la ley y convertir en letra muerta la Constitución que juraron guardar en el ámbito de sus funciones. Esta estocada a la libertad de los medios y los periodistas que viven de ellos es más indignante cuando tras la cortina de los resultados se entiende que lo que necesitan los partidos políticos es controlar lo que pueden o no escuchar los ciudadanos que habrán de votarles. Esto, en cualquier sistema democrático es un foco rojo de atención urgente, pero en México no pasará del anecdotario mediático de la mentira, pues en eso sí pueden estar de acuerdo los legisladores. ¿Cómo no estar de acuerdo en callar las voces que preguntarán en campañas el destino de los recursos que se estarán ahorrando tras el arrebato de imponer un subsidio empresarial para sus mensajes? ¿Cómo no lograr construir mayorías cuando lo que está en juego es mantener la discrecionalidad y la falta de transparencia en torno a un dinero que usted y yo pagamos todos los días con nuestros impuestos? Aquí no se trata de traperías o de indignantes discursos que pretendan ocultar lo que en realidad están haciendo los legisladores. Aquí se comprueba la tesis máxima de la democracia mexicana. Sirve a los políticos y los círculos de poder. El pueblo… ese que se joda.

Saludos,

D

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