23 de diciembre de 2007

LA DIGNIDAD PERDIDA

Como cada año, sirva este pequeño espacio para la lista de deseos que esperaremos encontrar a los pies de cada árbol de navidad entre cajas con moños dorados.

Queremos la dignidad política de vuelta. Hemos sido testigos durante 2007 de la forma tan mezquina con la que los detentores del poder público se mueven y, como ciudadanos e individuos de una sociedad que busca su camino entre los vericuetos democráticos, estamos obligados a levantar la voz y exigir responsabilidad de aquellos que, afortunada o desafortunadamente, tienen las riendas del país. La real politik ha apostado a perder en estos doce meses. Pero están jugando con las fichas de la sociedad en una mesa en la que, en primer lugar, no había lugar para ellos y sus estrategias falaces para quebrar la banca. Aún así, con la ética en el piso, se levantan a cada caída para vitorear sus ganancias, mismas que en un movimiento torpe pero imparable, toman sin permiso del croupier presupuestal para asegurarse la continuidad en su paradoja de la derrota. Desde la constante amenaza a la libertad de expresión que se está gestando con base en la tentación de la tiranía hasta el aprovechamiento cínico e incontrolable de la tragedia humana, pasando por la explotación de los traumas aspiracionales y tercermundistas de la clase baja del país, 2007 se caracterizó por la prostitución de los ideales democráticos que unos y otros, sin importar partido, terminaron por regresar al cajón del anecdotario curricular. Oaxaca y un gobierno criminal que termina por ignorar y solapar la criminalidad de quienes están dentro y de quienes lo quieren fuera, la Corte y su complicidad con un gober que de precioso tiene lo mismo que de inocente, el Congreso y su servilismo al poder fáctico de un paranoico derrotado, la partidocracia que asesina la institucionalidad del único actor en el que todavía creíamos y un sistema político que basa su fortaleza en la capacidad inmediata de poner a México al borde del abismo por el simple capricho de cumplir con sus sueños de poder. Y todo eso porque se perdió la dignidad de nuestra clase política. Esa misma dignidad que parece existir solo para decorar el secuestro del país tras mirarse en los espejos de reyes desnudos y proclamar que “si así no lo hiciere, que la Nación me lo demande”. ¿Crees poder regalarles esa dignidad perdida, mi estimado bonachón de los renos voladores?
Saludos y felices fiestas,
D

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