30 de diciembre de 2007

LAS UVAS DEL MIEDO

Desde esta trinchera estamos listos para arrancar la nueva gran batalla y no podemos evitar mirar hacia atrás para ver los cuerpos caídos en el 2007 y las consecuencias de su ausencia misma.

Y es que más que hacer un recuento de lo sucedido en los largos doce meses que duró este año, uno no puede evitar dar la vuelta al calendario y darse cuenta que la democracia misma se está muriendo. No sólo en nuestro país, en donde los poderes fácticos se ponen por encima de los poderes ciudadanos y logran, bajo la tesis de la venganza misma, terminar con el país mismo. También el mundo está viendo como las figuras democráticas comienzan a caer lentamente como piezas de dominó arregladas en un perverso juego maquiavélico que nos lleva a la repetición sistemática de los errores. Porque la siguiente gran guerra nos envuelve a todos con el tufo de la expectativa y el cínico misterio, pues mientras miramos el manejo y la dosificación de la información en Cuba, se puede sentir una estrategia para evitar un poder extraterritorial latinoamericano que no esté alineado a los intereses que desde la Casa Blanca emanan. Pero, cual cadena lógica y elemental, la mansión de Pennsylvania 1600 está en el esquizofrénico juego del “vive y deja vivir” frente al “América para los Americanos” exponenciado al bushiano “estás conmigo o contra mí”. Y, mientras eso sucede, Pakistán es el escenario de la muerte de aquella que buscó la democracia y que, en su camino y en sus intentos, lleva en sus hombros el número de víctimas crecientes de aquellos locos que se estallan en busca de una respuesta que no está en el clic del detonador. Y, por si eso fuera poco, la extraña reedición de una guerra fría que enfrenta a los grandes con los más grandes sin importar la inminente destrucción colateral de los pequeños, con una Rusia envalentonada que retoma la carrera armamentista y un Irán que advierte que en este juego siempre cabe un tercero, más si la porra oficial incluye al enemigo por excelencia vestido tras su uniforme militar y sus discursos de 8 horas.

Arrancamos el 2008 bajo la óptica del miedo y la incertidumbre. Porque donde hubo un Saddam, hay Bush, donde ayer estuvo Franco hoy vive Ahmadinejad, y por Hitler hay un Chávez. Y mientras tanto, los civiles, que siempre son los primeros que mueren, levantamos copas y pedimos doce deseos al tañir de las campanas. Salud y feliz año…
Saludos,
D

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