11 de octubre de 2007

EDITORIAL 35MM. 2da PARTE

Nos quedamos en la idea de la union entre la historia clásica y el cine que comienza la linea argumental del séptimo arte. Así que, con una disculpa por el retraso en el post, aquí llega la siguiente entrega de "EDITORIAL 35mm".
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2da Parte.
En cuanto se observó y se calculó el poder que tendría el cine en su capacidad de contar historias se creyó que el cine se convertiría en el proceso natural evolutivo del teatro. Fue durante estos años que las primeras adaptaciones cinematográficas vieron la luz. Después de la primer película narrativa de la historia (Viaje a la Luna de George Melies), Edison produjo (que comenzaba a creer en el cine) hizo El Gran Robo al Tren (dirigida por Edwin Porter) y Joseph Jefferson filmó escenas de su éxito teatral Rip Van Winkle. A partir de ahí, las adaptaciones tomaron vital importancia pues el cine, como novel creación (a pesar de su primera década de vida) carecía aún de la capacidad humana de guionistas pero, sobretodo, también carecía de un lenguaje cinematográfico propio que ayudara a contar historias para cine y no historias en el cine. Charles Pathé y su Cenicienta de 1907 era una filmación de la obra de teatro, con actores de teatro y siempre en lo que hoy conocemos como full shot. El teatro fue, entonces, la primera fuente de inspiración para la creación cinematográfica y, como reacción en cadena, las primeras grandes cintas, con las primeras grandes estrellas cinematográficas, fueron adaptaciones de Shakespeare.

Tan sólo en 1908 se realizaron adaptaciones de Romeo y Julieta (con Paul Panzer y Florence Lawrence como los amantes de Verona[1]), El Mercader de Venecia, Antonio y Cleopatra, Julio Cesar y Ricardo III. Al demostrarse como un gran éxito, las adaptaciones shakesperianas han servido como fuente inagotable de guiones cinematográficos, gracias a la universalidad de las historias contadas por el brillante escritor ingles. Tan sólo como ejemplo, podemos destacar que su obra más famosa, Romeo y Julieta, es la obra literaria con más adaptaciones en la historia del cine, ostentando el récord de 142 versiones distintas de la misma[2]. Esto, tomando en cuenta las versiones fieles de la obra o, en su caso, las más evidentes como es el caso del musical Amor sin Barreras con Natalie Wood en el papel de una Julieta puertorriqueña de nombre María.

El éxito de las adaptaciones literarias creó lo que sería la primera gran guerra de competencia entre los estudios existentes, Biograph, Vitograph, Selig Company y Edison Films. Thanhouser realizó su versión de David Copperfield y Romeo y Julieta (no es la misma que se comentó anteriormente) mientras que Edison producía Los Tres Mosqueteros y una versión de la opera Aida, al mismo tiempo que Charles Pathé realizaba su versión de Fausto y de Il Trovatore. Para seguir con la invasión de adaptaciones clásicas, D. W. Griffith (creador del lenguaje cinematográfico y de la primer gran película narrativa-argumental de la historia y la mejor del cine mudo, de acuerdo al American Film Institute[3], El Nacimiento de una Nación) dirigía para Biograph su versión de Enoch Arden y Selig producía en tres rollos una adaptación de Los Dos Huérfanos, al tiempo que Vitagraph produjo A Tale of Two Cities y Vanity Fair. Para darnos una idea de la importancia de la literatura en los primeros años de la industria cinematográfica, expondremos algunos ejemplos de la proliferación de estas adaptaciones[4]. Es importante mencionar que en los casos en los que se cuente con la información del director, se pondrá entre paréntesis. De no ser así, se pondrá el estudio encargado de la película :

Algunos títulos de adaptaciones cinematográficas de 1909 a 1919 [5]

Redemption (Griffith, 1909)
King Lear (Vitagraph, 1909)
El Príncipe y el Mendigo (Edison, 1909)
Oliver Twist (Vitagraph, 1909)
Elektra (Vitagraph, 1910)
Carmen (Pathé, 1910)
El Mago de Oz (Selig, 1910)
Inferno (Vitagraph, 1911)
Robin Hood (Éclair, 1912)
Oliver Twist (Goodwyn, 1912)
El Conde de Montecristo (Selig, 1913)
The Last Days of Pompeii (Kleine, 1913)
Les Miserables (Kleine, 1913)
Judith of Bethulia (Griffith, 1913)
Quo Vadis (Kleine, 1913)
Carmen (Thanhouser, 1914)
Robin Hood (Thanhouser, 1914)
Ivanhoe (Imp, 1913)
La Cabaña del Tio Tom (Universal, 1913)
Joseph in the Land of Egypt (Thanhouser, 1914)
Cinderella (Viograph, 1914)
Julius Cesar (Kleine, 1914)
El Príncipe y el Mendigo (Famous Players Film Co, 1915)
Carmen (Lasky Co., 1915)
Romeo y Julieta (Fox, 1916)
Romeo y Julieta (Metro, 1916)
Sherlock Holmes (Essanay, 1916)
Blancanieves (Paramount, 1917)
Rebeca of Sunnybrook Farm (Paramount, 1917)
Tom Sawyer (Paramount, 1917)
A Tale of Two Cities (Independiente, 1917)
A Tale of Two Cities (Fox, 1917)
Aladdin y la Lámpara Maravillosa (Fox, 1917)
Romance of Tarzan (National, 1918)
Tarzan of the Apes (National, 1918)
Les Miserables (Fox, 1918)
Salome (Fox, 1918)
La Cabaña del Tío Tom (Paramount, 1918)
La Cabaña del Tío Tom (Keystone, 1919)

Tan sólo algunos de los títulos más importantes en cuanto a adaptaciones se refiere en los primeros años de la industria cinematográfica. De poner todos, no terminaríamos. Porque se nos olvida una cuestión de vital importancia: las historias por contar son pocas. Es cómo contarlas lo que importa y es este tema el que da el salto evolutivo en la relación entre el cine y la literatura.
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[1] Idem.
[2] Gómez, Patricia. El cine y sus curiosidades. DT Editores
[3] Internet. American Film Institute Database. http://www.afi.com/
[4] La información ha sido recopilada de dos libros. a) Blum, Daniel. A Pictorial History of the Silent Screen. Spring Books, 1962; y b) Enciclopedia del Arte Salvat. Tomo 4. Historia del Cine. Edit. Salvat.
[5] Es importante resaltar el hecho de los años en los que estas producciones se llevaron a cabo. Se verán algunos años repetidos debido a la falta de guiones sólidos cinematográficos porque, como se ha comentado, se necesitaba la creación de un verdadero lenguaje cinematográfico que llegaría hasta 1915 con la majestuosa producción de David W. Griffith Birth of a Nation y que convirtió a Griffith en el gran autor y creador de la industria en sus primeros años. No obstante, es de llamar la atención el paralelismo que existe entre aquella época –perdida en el desarrollo incipiente de la industria– y la época actual, en la que se ha dejado en claro la falta de creatividad de los grandes estudios que dan como consecuencia la repetición de historias, en ocasiones, en el mismo año.

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