15 de octubre de 2007

EDITORIAL 35mm. 3ra Parte

Otra forma, mismo fondo

Se ha hablado, en muchas ocasiones, que lo importante del director cinematográfico no es que sepa la historia que va a contarle a la audiencia, sino el cómo se la va a contar. El público conoce las historias a través del tiempo y son pocas las ocasiones en que se descubre una historia nueva (en realidad, no se descubre ninguna, pero la artesanía del director o del guionista para llevarla a la pantalla es de tal exactitud que nos parece algo nunca antes visto como, por ejemplo, The Sixth Sense de M. Night Shamalayan o Matrix de los hermanos Wachowski, de la que hablaremos más adelante). El público es capaz de reconocer una tragedia shakesperiana como Hamlet en El Rey León (Roger Allers y Rob Minkoff, 1994) de manera casi inconsciente. Es por eso que el cineasta debe poner su mayor esfuerzo para lograr la novedad en el estilo y en la forma de contar la historia.

Antes de entrar completamente en desmenuzar la relación de la forma y el fondo en la adaptación y utilización de la literatura en la creación cinematográfica, cabe destacar los estudios realizados por Joseph Campbell en su libro El Héroe de las Mil Caras. Psicoanálisis del Mito, en el que nos habla de la estructura del monomito universal. Campbell estipula que:

Las historias de los portadores simbólicos y mundiales del destino de todos los hombres se dividen en tres etapas. (...) La primera gran etapa, que es la de la “separación” o partida, tiene cinco subdivisiones: 1) “La llamada de la aventura”, o las señales de la vocación del héroe; 2) “La negativa al llamado”, o la locura de la huida del dios; 3) “La ayuda sobrenatural”, la inesperada asistencia que recibe quien ha emprendido la aventura adecuada; 4) “El cruce del primer umbral”, y 5) “El vientre de la ballena”, o sea el paso al reino de la noche. La etapa siguiente, de las “Pruebas y victorias de la iniciación” (...) cuenta con seis subdivisiones: 1) “El camino de las pruebas”, o del aspecto peligroso de los dioses; 2) “El encuentro con la diosa” (Magna Mater), o la felicidad de la infancia recobrada; 3) “La mujer como tentación”, el pecado y la agonía de Edipo; 4) “La reconciliación con el padre”; 5) “Apoteosis”, y 6) “La gracia última”.

La siguiente etapa, “El regreso y la reintegración a la sociedad”, que es indispensable para la circulación continua de la energía espiritual dentro del mundo y que, desde el punto de vista de la comunidad, es la justificación del largo retiro del héroe (...) se estudiara bajo seis subdivisiones: 1) “La negativa al regreso” o el mundo negado; 2) “La huida mágica”, o la fuga de Prometeo; 3) “El rescate del mundo exterior”; 4) “El cruce del umbral del regreso”, o la vuelta al mundo normal; 5) “La posesión de los dos mundos”; y 6) “Libertad para vivir”, la naturaleza y función de la gracia última.
[1]

¿Por qué nos resulta importante Campbell en este ensayo? Porque la literatura parte del monomito universal del héroe y el cine parte de la literatura, ergo, hay una conexión insoslayable entre uno y otro. Además, Campbell deja en claro que el mito se repite con una constancia impresionante y señala las significativas coincidencias entre el simbolismo de los sueños y los elementos característicos de los mitos, en los que une, con un hilo conductor casi invisible y, a la vez, burdamente tangible, los mitos polinesios y griegos o las leyendas africanas con los cuentos de hadas. El cine, por su parte, es casi lo mismo. Podríamos unir, con un poco de apreciación y de análisis el camino recorrido por H. B. Warner como Jesucristo en la visión cinematográfica que Cecil B. De Mille nos ofrece en The King of Kings (1927) y el camino que le toma tres cintas de ciencia ficción realizar a Keanu Reeves como Neo en la trilogía futurista-apocalíptica Matrix (Larry y Andy Wachowski, 1999), pues ambos recorren el camino del Mesías que salvará a la humanidad de todos los males causados por la humanidad misma. Veamos la siguiente tabla para resaltar las similitudes y ver que la forma es la que cambia, y no el fondo, a pesar de que a ambas cintas las separa una distancia de 72 años.

The King of Kings (De Mille, 1927) / Matrix (Larry y Andy Wachowski, 1999)

Jesús es perseguido sin razón aparente por los romanos/Neo, antes de saberse parte de la Matrix, es perseguido por Smith
Jesús reencarna después de su crucifixión/Neo reencarna después de que Smith lo balea
Jesús es hijo de Dios/La relación de Morpheus y Neo es de padre-hijo.
Jesús camina por encima del agua/Neo puede caminar por las paredes y el techo
Jesús es traicionado por Judas/Neo es traicionado por Cypher (Joe Pantoliano)
Jesús se sacrifica por los pecados del mundo/Neo muere para salvar a Zion, ciudad habitada por los humanos que crearon a las maquinas, en primer lugar.
Jesús se despide de sus doce apóstoles en la última cena/Neo se despide de doce compañeros antes de la última batalla

¿Por qué se da este fenómeno? Por el simple hecho de que las historias que hay por contar ya se han contado todas. La literatura dejó de recibir historias nuevas en la época del apogeo de la cultura griega y sólo Shakespeare pudo aportar una más, después de pasados dos mil años. Este sistema de contar la misma historia de manera diferente se vive en cualquier medio de expresión artística que tenga como fundamento el relato. En muchas ocasiones, esto por una necesidad urgente de actualizar un clásico para las nuevas generaciones. Este fenómeno se ha convertido en constante debido al alejamiento de dichas generaciones del hábito de la lectura y de los autores clásicos que, día con día, se venden menos. Esta falta de contacto con el mundo escrito se puede entender como un daño colateral del Homo Videns de Sartori. Si bien la crítica de Sartori es hecha, primordialmente a la televisión, podríamos entender como pantalla todo aquello que ha tecnificado a la sociedad al grado de buscar la facilidad en los aspectos culturales más allá del gozo de la lectura o investigación. Entendiendo el fenómeno como una consecuencia directa del homo videns, Sartori llega a la conclusión de que lo visual, que debiera ser un complemento y aliado útil de la palabra escrita y hablada, se ha convertido en el todo, en el ser. Lo que es, es lo que existe en la imagen. Sólo tiene sentido como se muestra la imagen en la pantalla. Y en ella, la palabra ha quedado completamente supeditada a la imagen. El espectador pues, queda a merced de estímulos sensitivos, va desertando de sus capacidades cognitivas, y en ese tránsito se produce la sustitución del homo sapiens por el homo videns[2]. Por ejemplo: a finales de la década de los 80, se realizó una magnífica versión cinematográfica de la novela francesa Dangerous Liasons estelarizada por Glenn Close como la Condesa de Mertouil y John Malcovich como el Sebastián Valmont que seduciría a una virginal Michelle Pfeiffer. La cinta, hoy olvidada por muchos, obtuvo el reconocimiento de la crítica especializada, además de catapultar las carreras de Pfeiffer y Malcovich. Años después, cuando las nuevas generaciones necesitaron una versión de esta novela, Glenn Close fue sustituida por Sarah Michelle Gellar, Malcovich por Ryan Phillipe y Pfeiffer por Reese Witherspoon en una cinta titulada Cruel Intentions.

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[1] Campbell, Joseph. El Héroe de las Mil Caras. Psicoanálisis del Mito. Colección Psicología, Psiquiatría y Psicoanálisis, Fondo de Cultura Económica. Décima reimpresión, México 2006.
[2] Sartori, Giovanni. Homo Videns. La sociedad teledirigida. Fondo de Cultura Económica. 2005.

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