24 de octubre de 2007

EDITORIAL 35mm. Última Parte

El nuevo concepto literario: el comic como arte pop

El comic ha ido evolucionando desde su nacimiento hasta nuestros días de distintas maneras. Pero es un hecho insoslayable que se ha convertido en una forma de expresión importante en la sociedad (principalmente la norteamericana) al grado de ser considerado una de las ramas más importantes del arte pop en la actualidad. Esto ha sucedido gracias a la evolución de la historieta que podríamos dividir en cuatro principales eras que, en resumidas palabras, intentaremos definir a continuación:

Edad de Oro
Es la época que comprende entre los años 30 y los 50, justo el nacimiento de las más importantes franquicias de historietas como Batman, Superman y X-Men. Se caracterizó por la presentación de los personajes con sus historias originales y por el auge de los comics en la sociedad, principalmente, la norteamericana.

Edad de Plata
En esta epoca, los superhéroes dejan de ser lo que, en esencia, eran. Quizá, el más claro ejemplo de esta dinámica es lo que sucede con Batman quien deja de ser El Caballero Oscuro para transformarse en una especie de Paladín de la Justicia. Las historietas dejan de tener continuidad y se convierten en simples folletines con historias sin sentido. Los comics son utilizados constantemente, como medios de propaganda. La venta de los comics cae drásticamente. Durante esta epoca, surgen alternativas a las historietas clásicas y nombres como Iron-Man, Spiderman y Capitán America comienzan a tener una importancia en el mercado
Edad Oscura
Es el resurgimiento de las historias y los personajes. Esta etapa se puede medir, de manera absoluta y exacta, a partir de la publicación de la serie llamada “Crisis en las Tierras Infinitas” que sirvió para reinventar los orígenes de los superhéroes y regresarlos a la concepción original. También es donde la violencia comienza a surgir de manera evidente, sin tornarla excesiva como en el comic japonés, sino como un recurso necesario en la lucha de los protagonistas.

Edad Actual
Esta se define por la caída de los heroes y la resurrección de los mismos. Es la reconquista de las nuevas generaciones que saben que sus héroes no pueden ser invencibles y en la que es más importante el conflicto interno y psicológico de los personajes que el enemigo en cuestión o la batalla interplanetaria. En esta epoca han aparecido comics tan trascendentales como Dark Knight Returns, Death of Superman, Knightfall, Onslaught y No Man’s Land, entre otros.

Esta evolución del comic ha logrado que se recuperen las historias de fondo en los las historietas. Después de un vacío de calidad que casi manda al cementerio a la industria de los comics, resurgen personajes importantes con conflictos suficientes como para tener un buen guión en las manos. Spiderman ve como su novia Gwen Stacy es asesinada por el Duende Verde, (este era el argumento original de la primer película de Spiderman, realizada a finales de los setenta que, por decisiones extrañas y un guión completamente distinto a esta idea original, terminó en una película insoportable, dio el brinco directo a video y, actualmente descontinuada, es un artículo de colección casi imposible de conseguir en el mercado), Batman evoluciona y se convierte en un personaje esquizofrénico y traumado que está a centímetros de cruzar la línea entre la justicia y la locura (del que hablaremos en un momento), los X-Men ven morir a sus integrantes una y otra vez (la mejor es la muerte de Wolverine a manos de Magneto, lo malo es que, acordes a su tradición, el personaje revive por alguna extraña razón, como muchos de los X-Men lo han hecho a lo largo de su historia) y, hace apenas unas semanas, Capitán América cae asesinado en las escalinatas de Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos después de testificar en contra de un terrorista. Desde la muerte de Robin 2 (Jason Todd) a manos de Joker en Muerte en la Familia hasta la batalla de Leonidas contra Jerxes en 300 de Frank Miller, el comic ha evolucionado de una simple historieta a ser una novela gráfica (además de ser un artículo coleccionable por el que se pueden llegar a pagar hasta 190 mil dólares[1]) que ofrece a los creadores audiovisuales todo un reto para adaptar a la imagen. Ejemplos existen muchos, pero quizá los más importantes sean los vistos en los últimos dos años: Sin City (Rodríguez, Miller, Tarantino, 2005) y V for Vendetta (Larry y Andy Wachowski, 2005), además de la ya mencionada 300 (Snyder, 2007) y la más reciente cinta del caballero nocturno Batman Begins (Nolan, 2005), basada, primordialmente en dos novelas gráficas fundamentales en la historia del personaje como son The Long Halloween y Batman: Year One. Esta última cinta, gracias a su adaptación y su realización, fue capaz de revivir una franquicia que se veía casi imposible después de los fiascos creados por Joel Schumacher con Batman Forever y Batman and Robin en los que todo el mito del personaje brillo por su ausencia y más bien recordaban a las versiones de 1960 Batman and the Sindícate of Crime o Batman and Robin estelarizadas por Adam West, Burt Ward y Cesar Romero y de las que, aún hoy día, nos burlamos por sus apariciones gráficas de los golpes.

La necesidad de seguir contando

Más allá de lo realizado en la historia del cine (aún pequeña y llena de hojas en blanco) ha quedado claro que el cine no puede sobrevivir sin la literatura. El cine depende de las letras pues, sin importar los efectos especiales, la música, las grandes locaciones o la maravillosa fotografía que pueda tener una cinta, antes que cualquier otra cosa, necesita una historia que contar. Un director se hace grande a base de buenas historias, de excelentes adaptaciones o de grandes guiones originales (que no son otra cosa que ejemplos de literatura en otro formato). No se puede entender la historia del cine sin un David W. Griffith adaptando la novela The Clansman escrita por Thomas Dixon (y llevada al teatro en 1906) para crear El Nacimiento de una Nación, de la que ya comentamos su importancia. No se puede navegar por la historia del cine sin descubrir el libro de Mario Puzo que consagraría a Francis Ford Coppola como un director extraordinario y que tendría en Marlon Brando un único y excelente Vito Corleone. ¿Cómo entender el cine sin el surgimiento de obras como Matar a un Ruiseñor de Harper Lee (con un Gregory Peck extraordinario), Drácula de Bram Stoker (interpretado en infinidad de ocasiones por infinidad de actores, pero el mejor, sin duda, fue Bela Lugosi), Frankenstein de Mary Shelley (cuyas versiones han rayado hasta en la comedia fársica de Mel Brooks) o los relatos futuristas de Phillip K. Dick, George Orwell, e Isaac Asimov?

El cine es, en esencia, una historia traducida a imágenes. Nos podrán contar la misma historia miles de veces, pero si la cuentan de manera diferente, aceptaremos la historia como magnífica y novedosa. Y esto es porque, como dice Campbell, cada uno de nosotros tiene su panteón de sueños, privado, inadvertido, rudimentario, pero que obra en secreto. La última encarnación de Edipo, el continuado idilio de la Bella y la Bestia, estaban esta tarde en la esquina de la Calle 42 con la Quinta Avenida, esperando que cambiaran las luces del tránsito[2]. Y es que cada una de las historias que nos cuentan nos permite volver a nuestra imaginación y encontrarnos ahí, escondidos, agazapados, esperando a ser descubiertos y perseguidos por nuestras fantasías más infantiles. Eso nos hace humanos. Nos permite disfrutar una noche de lectura clásica shakesperiana en las voces de Robert Sean Leonard, Denzel Washington y Emma Thompson (Too Much Ado About Nothing, dirigida por Kenneth Brannagh) y salir corriendo de la sala a buscar una edición de las comedias de Sir William Shakespeare. O, por otro lado, nos permite regresar los años y encontrarnos con nuestro pequeño Peter Pan que se niega a crecer para disfrutar leyendo y emocionarnos al ser aceptados para el nuevo curso de una imaginaria escuela de magia dirigida por un abuelo bonachón que trata, año con año, de protegernos del poder maléfico de aquel-que-no-debe-ser-nombrado. Las historias van cambiando pero son, en esencia, las mismas que nos han contado una y otra vez desde que éramos niños. Y son sólo las formas las que cambian. Como seres humanos, aceptamos las formas cambiantes cuando no nos evidencian lo que, muy en el fondo, sabemos. Mediocribus esse poetis non di, non homines, non concessere columnae, sentencia Horacio en su Arte Poética[3]. La mediocridad de los poetas no está permitida ni por los dioses, ni por los hombres, ni por las columnas que sostienen las tiendas de los libreros. Por eso no aceptamos errores. Porque en el fondo, ahí en la inteligencia individual y colectiva que rige los mitos y las historias, sabemos que las buenas historias se repiten para convertirse en leyendas. Leyendas que van de aquí a allá renovándose y permitiendo que, noche a noche, la magia surja de nuevo cuando alguien escribe sobre alguna hoja en blanco o cuando imprimen sobre la cinta que nos transportará a un destino desconocido al momento que se apagan las luces y comienza el proyector a iluminar la pantalla frente a nosotros.

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[1] Esto se pagó por una copia de Detective Comics #27 de Mayo de 1939. Esta es la historieta en la que hace su aparición en el mundo Batman. Su precio original era de 10 centavos de dólar. La venta por la cantidad señalada se realizó en el 1999, con motivo del sexagésimo aniversario en la casa de subastas Sotheby’s.
[2] Campbell, Joseph. El Héroe de las Mil Caras. Psicoanálisis del Mito. Colección Psicología, Psiquiatría y Psicoanálisis, Fondo de Cultura Económica. Décima reimpresión, México 2006
[3] Citado en: Cassirer, Ernst. Antropología filosófica. Colección Popular. Fondo de Cultura Económica. Decimonovena reimpresión. México, 2000.

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