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LOS ESPERAMOS!!!!
Un pequeño espacio en el que platicaremos de casi todo o, mejor dicho, de todo un poco. Los temas principales: Política, Cine, Literatura, Curiosidades y Medios de Comunicación
Hay que agradecerle a Álvaro Uribe su presencia en nuestro país para venir a dejar en claro algo que hemos querido ignorar en la búsqueda de culpables y en la ignorancia de los hechos: los mexicanos muertos y la sobreviviente son, por añadidura, complicidad y sentido común, algo más que simples estudiantes. Algo oscuro, algo delincuencial. Déjeme explicarle.
México tiene una larga tradición como base de operaciones, financiamiento y apoyo a las guerrillas en la historia de América Latina y nadie descubre el hilo negro al apuntar esto. El de México ha sido un papel de doble hoja y triple filo en lo que se refiere a las puertas abiertas a los pueblos latinoamericanos pues juega en ambos lados de la cancha. Mientras los presidentes estrechan manos –por muy disímbolos que sean sus proyectos– las instituciones cierran los ojos a la presencia y operación de estos grupos bajo el argumento de la no intervención en los conflictos de otros países y el respeto inequívoco a las garantías de todos aquellos que estén en territorio nacional. Como tesis del romanticismo social es algo que raya en lo perfecto. Sin embargo, cuando estos vuelven a su país y colocan explosivos en lugares públicos, secuestran a miles de civiles inocentes y asesinan con collares de PVC y C4 a figuras públicas para “apuntalar su lucha”, la visión cambia. Llama la atención, entonces, que la UNAM esté tan abierta a la confrontación con un régimen democrático como el de Uribe, porque la condena (compartida por la muerte de los “estudiantes” más no por el trasfondo) parece buscar la legitimación de un movimiento terrorista. Aquí no se trata de santificar a quienes murieron sólo “por el respeto a su memoria”. Urge descubrir la respuesta a las preguntas de las que nadie se ha querido responsabilizar. ¿Qué hacían en un campamento de las FARC? Es inverosímil, insultante e ingenuo su argumento académico. ¿Tan fácil es acercarse al sublíder de un grupo terrorista? Porque hasta se antoja mandar a estudiantes de la UNAM a buscar al Chapo Guzmán o a Osama. ¿Juzgaremos bajo la óptica de la desgracia y no bajo el absolutismo de la verdad el caso? La verdad es que Uribe, con la dirección y la información de un Presidente, vino a dar la cara. No vino a bajar la mirada, sino a mantener la lógica y la congruencia de sus actos, a pesar de los costos. A pesar de las críticas. A pesar de las ignorancias. A ver si los políticos de aquí le aprenden algo.
DEstamos ante una izquierda que escribe pasajes importantes en la historia. Por ellos se cerró la catedral por primera vez desde la guerra cristera; por ellos el derecho al libre tránsito quedó violentado. Ahora el Congreso ha quedado clausurado por una izquierda repelente al debate y a la contraposición de las ideas. La multiplicación de la incongruencia, sin embargo, es positiva, pues ha dejado en franca evidencia la franca estupidez de un líder que no reconoce sus victorias a menos que la sangre de los enemigos y del país mismo le corra por las manos. El envío de la propuesta “light” pudo haber sido su triunfo máximo y pudo haber sido explotado como tal. Calderón aceptó su derrota al asegurar que estaba enviando la “propuesta posible” y no la ideal. Los legisladores sabían que el redactor no oficial de la iniciativa fue el miedo a un movimiento que amenaza con tomar a México del gañote para asfixiarlo y, así, imponer la voluntad de una minoría a la construcción de las mayorías, pilar inherente de la democracia. El bicho criminal pudo haber ganado, replegado sus tropas (cual camisas pardas nacionalsocialistas, Carlos Marín dixit) y reconstruir un partido que él mismo dinamitó para salir fortalecido rumbo a las intermedias y, por ende, rumbo al 2012. Pero no, el tirano decidió imponer su voluntad rijosa, incluso ante su propia victoria. No sorprende de AMLO esta sed de sangre, pero al perredismo entero, que debería estar en reconstrucción, uno no puede evitar preguntar si son, nacen o se hacen. Porque no hay peor enemigo en la política que la estupidez interna e ideológica. Más allá de la mentira y la manipulación, un partido no puede sobrevivir si se escuda en dinamitar sus propios triunfos con tal de seguir en el camino de la confrontación porque eso, en los próximos procesos electorales, el PAN y el PRI habrán de agradecérselo más que nadie. O, ¿usted votaría por la incongruencia y el terrorismo político que hoy, tras haber sido el más grande líder de la izquierda, está convertido en un simple loco? No se engañe. Esta vez, el gran perdedor fue AMLO. Y en su derrota, está arrastrando a la izquierda entera. Que lástima. Que vergüenza…
Saludos,
D
Lo que le voy a decir parecerá un poco fatalista. En los últimos días he visto algo que resulta pavoroso y que me hace llegar a esta conclusión: México no tiene futuro. Vaya, no tiene presente. Y, como rockstar en el retiro, sólo aspira a vivir del recuerdo, sin esperanza de aprender del mismo. Déjeme explicarle.
¿Cuál es el gran tema nacional? Es evidente que la reforma del petróleo (porque ya se olvidaron que intentaba abarcar el espectro energético entero) estará en sus primeras respuestas, debido a esta constante repetición a la que hemos sido sometidos. Quizá la elección en el PRD (y sus consecuentes porquerías) sea parte del TOP 3 en esta hipotética encuesta. Por supuesto, no habrá de faltar en un bronce meritorio, Juan Camilo y sus fantasmas de ropero (prestado, eso sí, por el picapleitos estelar) para cerrar los nominados. Pero la triste realidad es que el tema en México es otro. El tema en México es esta imperiosa necesidad de seguir jodidos. Piénselo bien antes de empezar a enojarse. Políticamente, nos esforzamos en mantener partidos políticos que prostituyan todas y cada una de las reglas de la democracia en aras de mantener y aumentar sus cuotas de poder, sin importar el riesgo que exista para el país. Y no es cuestión de colores o mesías, sino de cultura política misma. Económicamente, estamos esperando que el gobierno, cual Dios todopoderoso, provea sin que hagamos nada por apuntalar y fortalecer las instituciones democráticas del Estado al que le exigimos con tanta holgura. Socialmente, estamos empantanados en nuestra propia idiosincrasia de la que un balón, una telenovela o un reality show nos habrán de venir a salvar. Aquí el tema no es del gobierno (aunque siempre es el culpable favorito por excelencia) o de las instituciones (por nombrar lo que ciertas masas siguen cual espejo), sino de una sociedad que se preocupa más por los emos y Hugo Sánchez que por la soberanía y sustentabilidad económica del país.
Recuerdo una tira de Mafalda en la que Felipe le asegura a la protagonista que él es un convencido de que el mundo se arreglará cuando se vayan los que lo manejan mal. Mafalda, en su crudo y angustiante realismo, contesta: “Andá, Felipe, que siempre habrá alguien dispuesto a recoger la antorcha de la bestialidad”. Sin duda, “La contestataria” (como la bautizara Umberto Eco) no hubiera creído que quien la recogería sería la sociedad misma.
Ya no se trata de las adelitas pejianas (versiones femeninas comparativas de cualquier brazo radical de los dictadores) y sus consecuencias. El tema es el efecto dominó que sobre las instituciones y los actores políticos está logrando el debate. La política de simulación y pretexto da pie para que la irresponsabilidad salga a flote en voz de Ruth Zavaleta cuando asegura que no es momento de presentar la iniciativa pues “el ambiente está contaminado”. ¿Cuándo, entonces, Ruth? ¿Cuando se decida quién despachará en la presidencia del PRD y, consecuentemente, se defina la línea de una pseudoizquierda que se defiende tras unos cuantos nombres ilustres y no tras las necesidades de toda una sociedad? O, quizá, ¿será cuando la economía mexicana, sostenida con dificultades por la recesión norteamericana, ya no pueda más depender de una industria en franco deterioro? ¿Cuándo será el día en que comiencen a hacer aquello por lo que cobran un sueldo que, dicho sea de paso, resulta un verdadero insulto para los millones de mexicanos en la pobreza que, según ustedes, son su motivación brutal y absoluta? Porque existe una realidad que no se puede ni se debe seguir ocultando. La reforma energética es sólo la punta del iceberg. Es sólo el pretexto, no el argumento. El argumento del PRD y sus esbirros a las órdenes del tirano tabasqueño es detener cualquier tipo de avance o posibilidad de cambio real en la política pública, en espera de recoger los pedazos y transformarlos en resultados positivos (según sus fantasías) en sus cuentas electorales. Y esto, hecho por quienes fueron elegidos para dirigir, legislar y defender al país es algo más que una vergüenza. Es traicionar la confianza de quienes les otorgaron el derecho a gobernar. Es destruir la creencia en el sistema político y democrático que, como ciudadanos, defendemos en nuestro día a día. Es, en simples y llanas palabras, traicionar a la Patria. Y, esta vez, no es sólo un discurso fascista de la mentira.
El PRD no puede, ni debe mantener la tesis del fraude para subsistir. Es una cuestión de dignidad y coherencia política, interna y externa. No se trata de la degradación del partido (Cárdenas dixit), pues ésta empezó desde que la izquierda se dejó secuestrar por el fascismo disfrazado de espectáculo encuestológico que es el borracho de taberna. De lo que se trata esta elección y lo que resulte de ella es de la capacidad del PRD para desligarse de una vez por todas del pejismo tiránico. Esta terquedad lopezobradorista de hacerse de las cuotas y los puestos estratégicos de poder bajo cualquier circunstancia y a costo de los ideales mismos (hoy, los sondeos son la autoridad máxima, hace un año, eran el enemigo de primera fila) dejan sin autoridad el discurso con el que el PRD ha querido fortalecer su postura frente al movimiento radical y beligerante del que, en condiciones normales, le da pánico alejarse ante el escenario de volver a la mediocridad de la media tabla electoral. Cual karma instantáneo, la estrategia de repetición mediática que han seguido, ahora habrá de trabajar en su contra pues, en este proceso interno, se vuelve a repetir la dosis de ilegalidad y tiranía al más puro estilo postrevolucionario en el que la descomposición es cosa de todos los días y bajo el cual se ha olvidado el precepto democrático que debería, en el más básico y elemental sentido, dirigir los designios del partido. Aquí pierden todos. Pierde quien gane, porque habrá de convivir diario con los fantasmas de la ilegitimidad y de la fractura; pierde AMLO porque deja en claro que, para él, lo que importa es el poder, no la democracia; pierde el PRD porque su ya endeble posición está siendo demolida desde el interior bajo el argumento de la soberbia absolutista; y pierde, como siempre, la sociedad que habrá de ver cómo el tiempo pasa y este nuevo conflicto del umbral político será más importante que los problemas estructurales que urge resolver y por los que, irónicamente, los partidos cobran año con año y puntualmente sus dádivas presupuestales.
Eliminemos al Legislativo y a los partidos políticos. ¿De qué nos sirve tener un sistema parlamentario que gasta excesivas cantidades de dinero para crear comisiones investigadoras y grupos internos de poder si la condena ya está hecha y el juicio terminado? Déjeme explicarle.
Este golpe mediático que el borracho de taberna dio al gobierno federal y su propuesta de reforma energética (porque Juan Camilo Mouriño sólo es el protagonista, más no el argumento) ha logrado reanimar no sólo al tabasqueño y su movimiento beligerante, sino que ha revivido la dinámica de la condena pública que parece más poderosa que los argumentos legales. No sorprende que México no pueda dejar de ser visto como un país de rancheros de bigote e indígenas gallineros, cuando su política interior está destinada a regirse bajo los usos y costumbres y no bajo los preceptos constitucionales. ¿Por qué digo esto? Porque se ha escrito hasta el cansancio y se ha dicho hasta el mareo que Juan Camilo debería renunciar a la Secretaría de Gobernación tras el escándalo cuando la realidad es que no hay delito que perseguir. ¿Para qué hacer una comisión legislativa que investigue, cuando las encuestas, los comunicadores, los líderes de facto y la sociedad ha juzgado y condenado al encargado de la política interior como elemento de la peor de las raleas? ¿Para qué tener una institucionalidad si lo que digan uno o dos personajes mediáticos y taquilleros es más importante que el desarrollo del país? Y, además, ¿para qué seguir pagándole a aquellos que ponen el tema en la mesa si, justo cuando se les concede la razón y la atención –injusta, estúpida, innecesaria y vulgar– deciden levantarse para seguir alimentando el escándalo con chantajes absolutistas en los que sólo ellos tienen la razón? Eliminemos, pues, al Congreso y a los partidos. Enfoquemos nuestro esfuerzo a convencer a la sociedad con discursos espectaculares que puedan ponernos en los índices de aprobación necesarios y realicemos así las reformas estructurales, los cambios institucionales, los proyectos de nación. Eduquemos artistas taquilleros en lugar de estadistas. Hagamos estudios de opinión y no planes de desarrollo. Y así, cuando pregunten la razón de tan extravagante cambio, simplemente diremos que legitimamos el ridículo sistema político que, de cualquier modo, imperaba en este país. Así, al menos, la sociedad se podrá sentir involucrada en algo.
Saludos,
Andrés Manuel parece estar perdiendo el control de ese monstruo creado después de su derrota electoral y al que, con violencia y manipulación, ha alimentado hasta convertirlo en una verdadera amenaza, no sólo para los adversarios, sino para él mismo y su movimiento. Pero no se deje engañar, que la perversidad no conoce límites. Y es que su tesis goebbeliana de la propaganda ha entrado en acción otra vez. Y cada día mejora en ello, pues hasta perdón le piden quienes reciben los golpes. Déjeme explicarle.
La repetición del discurso de traidor y vendido para aquellos que no profesan su ideología ha repercutido en una polarización de todo el movimiento que, ya solo en sueños y fantasías, puede catalogarse como “resistencia civil pacífica”. Carlos Navarrete es sólo el estandarte de la cobardía y la sumisión ante un López Obrador enfrascado en la esquizofrenia del no por el no. Más allá de la perversidad de utilizar como estandarte de la ilegalidad a dos mujeres (en el juego sociocultural del matriarcado absolutista), el borracho de taberna comienza a ser factor de una escalada agresiva dispuesta al fanatismo violento que, igual agrede a diputados y senadores del PRD, como a ciudadanos de a pie y al mismo mesías que busca salir en la foto como el moderado, pues la dinámica agresora y transgresora es la tesis creadora de la masa que se siente desilusionada si su líder no levanta en armas en contra de quienes no piensan igual. Lo alarmante de esto es que, más que crear un espacio verdadero de discusión al interior del PRD que permita desmarcarse del tiránico discurso, todos (hasta los agredidos) parecen esclavos sadomasoquistas y sumisos con la idea del “me lo merecía”, mientras AMLO se regocija al poder seguir poniendo agenda en contra de enemigos que le estorben en el proceso de hacerse de un partido que, para fines prácticos, es suyo desde la óptica del amedrentamiento y el silencio. Y el problema es que, mientras las cuotas de poder y el enfrentamiento rumbo al 16 de marzo por el relevo de la dirigencia perredista se transmuta en una batalla de posiciones frente a lailegalidad a la que el bichito tropicoso está convocando, la sociedad se convierte en un testigo secuestrado de aquellos que, con la tranquilidad que otorga el cinismo y la impunidad de la imagen política, siguen poniendo a este país junto al estanque de la mierda que ellos mismos han llenado.
Saludos,
D
Platicando esta semana con Carlos Ferreyra, director de Milenio Semanal, hacíamos referencia a esta extraña necedad que existe de desgarrarnos por los temas más intrascendentes mientras los asuntos de fondo se olvidan en aras de la espectacularidad que, al final, resulta simple pan y circo del día con día. Y cuidado, porque mientras alzamos armas y voces para defender nuestro cínico derecho de matarnos a lentas bocandas de Marlboro, del otro lado de la frontera ya se dejó ver la intención migratoria de los candidatos importantes. Déjeme explicarle.
Texas representa algo más que 370 delegados (junto con Ohio, Rhode Island y Vermont, que también votan el 4 de marzo) en la carrera. Representa también afianzar el voto latino que, bajo la dinámica de la lucha de minorías, podría terminar de voltear la balanza para Obama o Hillary. Y no es que McCain esté fuera de la jugada, pero parece destinado a sufrir el equivalente gringo del voto de castigo. La ruta hacia el 1600 de Pennsylvania Avenue es una guerra de minorías, en la que se pelean por el voto de los grupos demográficos que han de decidir por “el hombre de color”, “la mujer” o “el conservador americano”. Pues bien, Texas fue el escenario de las primeras señales extrañas de campaña en el lado demócrata tras su debate del jueves por la noche. Obama soltó el primer golpe al decir que mejorará la relación “tensa” con America Latina, empezando por México. Muchos se adelantaron a glorificar a Barack por en nosotros pero, cuidado, porque hay algo más en el discurso. Mientras Clinton optó por la legalización de los migrantes y su eventual ciudadanización para “sacar de las sombras” a este grupo social, el senador de Illinois apuntó su discurso al apoyo desde la Casa Blanca para crear fuentes de trabajo “de ese lado de la frontera”. ¿Quedan claras sus intenciones por un simple discurso? No, evidentemente no. Pero sí comienza a sacar de la neblina su postura, no frente a la relación con México como país vecino, socio y aliado, sino la postura de su potencial gobierno frente al evidente e imparable fenómeno del flujo migratorio. No debemos olvidar que la óptica que importa en esta elección no es la que nos conviene de este lado de la frontera, sino la que se vivirá del otro lado del muro, tras la impunidad y el anonimato de una border patrol que no conoce planes ni estrategias a favor de los migrantes. ¿Esta de acuerdo?